Teatro Sumergido expulsa a: Cristina

Cristina es una gran actriz, mejor dicho será una gran actriz. Podrá, si se lo propone, llegar a ser una de las estrellas que brillen con más fuerza en el cine y en el teatro. Su potencial no tiene límites, está preparada para comerse el mundo del espectáculo. Esto es así porque reúne las características necesarias para ello: sabe interpretar, sabe moverse, es frívola, tiene olfato para los éxitos comerciales, no le importa sacrificar un papel que dignifique la condición de actriz por otro que le haga ser conocida…En definitiva será una gran actriz porque ha renunciado precisamente a eso, al arte. Y ha renunciado a ello por intereses bastardos, por el espectáculo de masas de consumo fácil, por el simulacro de la interpretación.

Cuando nos juntamos para sacar el proyecto de la Compañía de Teatro Sumergido, lo hicimos con mucha ilusión, y si bien no quisimos arrogarnos la función de renovar el teatro, si llegamos por lo menos al compromiso de no caer en las trampas del mercado, en reproducir los viejos vicios de un espectáculo más pendiente de la recaudación que de proponer algo sincero. No queríamos hacer concesiones en ese aspecto. También quisimos romper la división, y por tanto la jerarquía, entre escritores, actores, directores o técnicos. Estos fueron, y son, nuestros puntos de partida y no creo que se nos pueda llamar dogmáticos por eso. Sin embargo, Cristina desde un principio se mostró reticente a salirse de su papel de actriz, sino fuera para dar indicaciones que mejoraran su personaje, que le dieran más importancia. A la par, coqueteó, y consumó, con otras compañías de teatro comerciales, e incluso llegó a rodar numerosos anuncios para importantes marcas comerciales. Se lo permitimos todo en un principio, lo justificamos por su juventud y su ilusión. Pero hasta aquí hemos llegado, su falta de puntualidad, sus aires de diva, sus desplantes y su afán por hacerse con un nombre por encima de todos nos obligan a su expulsión.

Antes a las chicas de provincias como ella, les esperaba un futuro negro, como sirvientas en el mejor de los casos. No es el caso. Ella llegará lejos, aunque para ello tenga que convertirse en una prostituta de la interpretación. Adiós Cristina, y suerte.

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